sábado, 5 de febrero de 2011

¿Qué demonios quiero?

Más de alguna vez nos ha ocurrido. Si bien muchos ámbitos de nuestra vida parecen estar estables y controlados, sabiendo que es lo que queremos... hay otros que necesitan un poco más de atención, y más allá de ello, pensamiento profundo y claro. Me refiero a nuestro corazón, ¿Qué demonios quiere realmente?, ¿Por qué sigue solitario, a pesar de que se le han presentado varias oportunidades para conquistarlo?.
Cuando comienza a transcurrir el tiempo, el verano comienza a llegar a su punto más alto, la temperatura se eleva más que nunca y observamos a nuestro alrededor y nos encontramos con muchas personas (de verdad muchas, una cantidad extraordinaria) no podemos evitar mirar a aquellas que nos llaman más la atención. Diferentes rasgos nos alertan y nos hacen observarlas; color de piel, ojos, cabello, vestimenta, "ese algo", "su interior", etc. son aspectos que nos ponen alerta. Llegando a este momento no podemos evitar decir: "es a quien me gustaría tener", y en ese suspiro/pensamiento es cuando nos preguntamos: "¿Cual es el problema?", "¿Porqué aún sigo en este lado de la calle como un alma solitaria?"... esperamos que la respuesta a estas interrogantes caigan del cielo y además que incluyan una solución totalmente gratuita para revertir la situación lo antes posible.
No entendemos porqué el amor no llega a nuestra puerta o ingresa con gran ímpetu por nuestras ventanas o trata de derribar nuestra casa con el fin de llegar a nosotros, después de todo estamos totalmente dispuestos a aceptarlo en toda su esencia y manifestación, solo esperamos que aparezca ahí... frente a nosotros.
Muchas veces me he preguntado cual es el problema, o cual es la dinámica con la cual funciona "el amor". Claramente es una interrogante que aún no posee una respuesta (ni creo que vaya a tenerla en algún futuro lejano), pero tratamos de llegar a ella para poder acercarnos a él a través de diversas maneras, situaciones y circunstancias. A veces, inconscientemente, tratamos de dirigir gran cantidad de nuestras acciones hacia nuevos caminos (o tal vez solo desviarlos un poco) para poder encontrarlo, después de todo "todos necesitamos a alguien, ese complemento a nuestra existencia" que nos devuelva un poco la motivación por nuestra vida. 
Cuando aceptamos al amor y nos abrimos a él solo esperamos que aquello que anhelamos llegue a nosotros. Deseamos a esa persona con la que hemos soñado un par de veces y no recordamos su rostro, pero que nos hemos pasado noches tratando de recordarlo. Esperamos alguna señal que nos manifieste que vamos en la dirección indicada para seguir y no decaer, para seguir soñando con el momento en que nos sentiremos de una nueva manera que nos llenará de más alegría, plenitud y satisfacción. 
Hay quienes se cansan de esperar a cupido y su flecha amiga; no necesariamente pierden las esperanzas, pero si la paciencia y se niegan a seguir esperando por él. Comienzan a suplir esa carencia que poseen con sexo y amigos, después de todo... si hay algo seguro, es que nunca faltarán  un alma (complemento) que necesiten un poco de cariño físico y, por otro lado, tampoco faltarán aquellos amigos que estarán dispuestos a subirte el ánimo y sacarte esa alegría que está muy dentro de cada uno de nosotros. Es una realidad distinta, pero de todos modos aceptable. Mientras aquel deseo no se haga realidad podemos seguir disfrutando de nuestra vida por el momento, simplemente es ser inteligente... una forma diferente de no perder el tiempo, totalmente respetable.
Lo cierto es que todos, de alguna forma, esperamos a alguien a quien amar en algún momento de nuestra vida. Algunos son bendecidos y reciben esta oportunidad mucho antes de lo que esperan y otros tardan un poco más del tiempo presupuestado en esta gran travesía. En ocasiones el problema, y uno de los más frecuentes, es que idealizamos a esa persona que nos gustaría que estuviese con nosotros. Deseamos que sea muy atractiva físicamente y olvidamos que eso es sólo un complemento y que también existe su interior, un espíritu y alma que son igual (o incluso más) importantes. Imponemos en nuestra mente un prototipo de persona que puede ser que nos cueste mucho encontrar o que quizá sea prácticamente imposible. Es algo que con el tiempo y la iniciativa propia podemos modificar, depende de cada uno ver más allá de lo que a simple vista se nos pone de manifiesto, averiguar, darnos el chance de conocer a quienes juzgamos por su envoltorio. 
Pero por el momento, podemos aprender... aprender a amarnos, a conocernos, a mejorar como personas y ser seres más completos... Muchas veces creemos que estamos preparados para recibir a alguien en nuestras vidas, pero lo cierto es que no lo estamos del todo y la vida de alguna forma nos trata de advertir esto y puede ser una de las razones por las que aún continuamos en este lado de la calle caminando solos. No hay nada mejor que mejorar para uno mismo y compartir todo lo que has aprendido y eres con alguien más. 
Ten paciencia, pronto llegará tu momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario