En esta enorme ciudad muchas veces cuando acudimos con nuestras amigas y amistades a fiestas tendemos a observar en alguno que otro momento a aquellos que nos rodean, no con algún fin de conquista (aunque en muchos casos aquello ocurre, ya que a partir de una mirada comienza ese mutuo coqueteo que luego fluye hacia caminos mayores).
Conservamos valores, exigencias, gustos y mucho más de nuestros padres, abuelos, y la lista sigue. Todo ello nos lleva a obtener nuestras propias características que conforman el filtro para poder conocer a alguien, y así también nosotros mismos solemos estar sometidos a estas pruebas.
Muchas veces nos encontramos con personas mucho más atractivas que el resto, e incluso que nosotros mismos. Pero, me pregunto... ¿Por qué solemos darle una importancia especial al físico? Si bien no es un factor preponderante en una relación, es uno de los parámetros que siempre está presente, y a pesar de que podamos negarlo, lo cierto es que todo entra por nuestra vista (algunos poseemos este parámetro mucho menos acentuado).
Así también llega un momento en que nos preguntamos, ¿Seré lo suficientemente bueno para el resto? Y así comienza la idea de modificar nuestra apariencia, no de manera abrupta recurriendo a las operaciones, pero sí en algunas más simples. Lo cierto es que el resto tiene una injerencia en esto. Cambios de estilo, nuestro cabello, ropas, etc, todo se modifica con el fin de demostrar una mejor apariencia. La moda y estilos basados en personajes famosos como Brad Pitt, Edward Speleers o Gael García se mezclan para inspirarnos a buscar aquello que nos haga sentirnos más atractivos.
Nuestro ser nos pide desde el fondo de nuestro corazón cambiar y ahí es cuando también modificamos nuestro interior... Muchas veces solemos realizar estos cambios porque anhelamos que nuestra vida tome otro camino, necesitamos que de un giro distinto, que nos haga sentirnos vivos, después de todo hay muchos quienes hemos pasado un largo tiempo en un mundo lineal del cual nos gustaría salir. Buscamos sentir aquella adrenalina en nuestro vivir, esa intensa emoción que solamente podemos sentir en momentos concretos.
Lo cierto es que cualquier cambio es bueno, siempre y cuando sea para nuestro beneficio propio. Que sirva para impulsarnos, darnos mayor seguridad y nos ayude a ser más felices. Después de todo cada cambio que realizamos debe ser a favor de nosotros, que ayude a impulsarnos a nosotros mismos en esta gran carretera llena de desafíos y sobre todo que poseamos la voluntad por que es lo que deseamos y no porque la sociedad nos impulsa a cambiar, solo así sera beneficioso para nosotros...